“Alguna vez les he contado que, después de la publicación de cada novela, llega abundante correo de lectores advirtiendo de tal o cual errata en la página equis. Es una correspondencia que cualquier novelista, supongo, recibe con curiosidad y agrado -aparte del disgusto cuando la errata detectada es gorda-, pues indica, sobre todo, que hay lectores que se enfrentan a la obra que uno acaba de parir con interés, y llevan este al extremo de colaborar con el autor en que la cosa quede lo más perfecta posible, dentro de lo que cabe. De esa forma, si hay suerte y el libro conoce nuevas ediciones, estas se imprimirán sin mácula, corregidas como Dios manda.” (…) Continuar